Ya lo dijo Alejandro Dumas: El amor es física, el matrimonio, química. Yo añado: y si el matrimonio se celebra en un destino paradisíaco es, sencillamente, perfecto.

De esto, precisamente, os voy a hablar hoy, de mi plato fuerte: ¡DESTINATION WEDDINGS! ¿Qué son? Como explico en mi página web, si el término «boda» es en sí mismo fascinante, si le añadimos «destino», nos trasladamos espontáneamente a un paisaje, casi siempre idílico, que hace que elevemos la cabeza y cerremos los ojos. Las bodas de destino nos alejan de nuestra cotidianeidad y nos ofrecen una original alternativa para convertir nuestra boda en algo sublime.

Una D. W. implica el traslado a un lugar que se convierte en el destino de tu boda, es decir, se celebra en un punto de la geografía que no es el de tu residencia. La definición que da Oxford es: aquella boda que es realizada en una localización escogida principalmente por sus atributos como destino de vacaciones. Yo no estoy de acuerdo exactamente con esta definición, porque una pareja podría elegir casarse en una parte inhóspita del desierto del Sáhara, por ejemplo, aunque la infraestructura fuera muy compleja y económicamente elevada de llevar a cabo. Pero, claro, sin llevarlo a un extremo tan exagerado, estoy de acuerdo en que las particularidades del destino elegido son, como poco, sugerentes.

¿Qué otras características aclaran a las D. W. ? En mi opinión, deben incluir elementos de la tradición y la cultura de ese lugar, es más, el propio destino debe formar parte de la boda. ¿Cómo? Haciendo un trabajo previo de investigación, estudiando los elementos ya citados, así como clima, medios de transporte y accesibilidad (puede ser una zona recóndita), etc.

¿Quién no se casaría en un entorno idílico, rodeado de amigos, familiares y belleza?

¡Estamos en contacto, weddingmates!

Besos, besos